Alfonso Romero Ballester. Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.

Alfonso Romero Ballester.  Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.
Alfonso Romero Ballester.  Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.
Alfonso Romero Ballester.  Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.
Alfonso Romero Ballester.  Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.
Alfonso Romero Ballester.  Un artesano de la caña. Confecciona de manera artesanal y minuciosa chicharras, castañetas y otros tradicionales artículos.

Alfonso Romero Ballester es un artista con las manos. De ellas, a partir de cañas, brotan objetos como chicharras o castañetas, que él elabora con el primor de un artesano. Alfonso, conocido desde pequeño como “El Trinche”, estudió en el colegio Santiago hasta acabar la EGB, en que ya comenzó a trabajar. Actualmente trabaja en el área de mantenimiento en la Concejalía de Deportes pero su tiempo libre lo dedica a su principal hobby, trabajar la caña, una afición que le viene de herencia pues la aprendió de su padre, Alfonso El Carmelito.

Alfonso explica que él es la tercera generación, tras su padre y su abuelo, que se dedica a ello, y espera que la tradición familiar continúe, pues de hecho él ya está enseñando a sus hijos, Noé y Naomi, que aunque aún son pequeños, ya tienen destreza en ello. En su caso, el aprendió de su padre, viéndolo trabajar, si bien se dedica más en serio desde que éste falleciera hace ahora unos quince años.

Aunque con el tiempo y sobre todo paciencia su técnica se ha perfeccionado, recuerda que las primeras castañetas que hizo, sin la supervisión de su padre, las tuvo que tirar. Elabora castañetas y chicharras, típicos instrumentos que se utilizan en la Pascua para pedir el aguinaldo. De su padre aprendió a elaborar las primeras, mientras que la chicharra no la tocaba su familia y la aprendió él un poco de manera autodidacta. Dice que son instrumentos que tienen mucha demanda y que la gente le pide para ellos y también para regalar, por ejemplo a niños cuando nacen.

En este sentido explica que los hace personalizados y les graba el nombre para que sean un instrumento único.

Los elabora de caña normal y también de bambú y de diferentes tamaños, según sean sus destinatarios adultos o niños. Su arte lo pasea por diferentes ferias y encuentros de la Región de Murcia y fuera de ella.

De hecho, comenta que participa cada año en la Feria navideña de la avenida de Lorca y desde 2017 acude a la feria que se celebra en el municipio albaceteño de Yeste. Asimismo, ha estado en Barranda, Calasparra y en el mercado del último domingo del mes en La Santa. Además, en la Feria de Septiembre de Murcia se le podrá ver también este año, al igual que en otras ediciones pasadas.

También le gusta compartir esta tradición con los más jóvenes, por lo que desarrolla talleres en los colegios para difundir el trabajo con la caña entre los más pequeños. “El mayor premio es ver la cara de felicidad de los niños cuando rajan la caña y ven el proceso hasta que sale una castañeta o chicharra”, señala. Ya ha acudido una vez al colegio San José de Totana y también ha estado tres veces en el colegio Mare Nostrum de Cartagena y este año espera repetir. Pero Alfonso es todo un artista que también ha sido capaz de inventar lo que ha denominado como el cocotrín, un invento musical con medio casco de un coco. Además, confecciona otro tipo de artículos como pendientes de postiza, llaveros, cucharones de madera, colgadores de llaves o incluso cuadros pirograbados, como dos que le han encargado recientemente para unas bodas de plata y oro, respectivamente. Alfonso explica que la materia prima que utiliza son las cañas, que dice que hay que ir a buscar a los laterales de los ríos o ramblas en la menguante de enero, ya que si no, no valen, comenta desde su experiencia. Después hay que dejarlas secar un año antes de poder trabajarlas, algo que él hace en un almacén de su suegro, donde las coloca en alto para que les de el aire pero no el sol y pierdan todo rastro de humedad de manera óptima. Alfonso detalla que por ejemplo para elaborar una castañeta primero hay que preparar la caña desperfollándola y luego ya se limpia la pelusa que queda en el nudo o junta con la ayuda de un cuchillo para que quede como lijada. Cuando la caña ya está limpia coge un trozo de tela o toallita y limpia el polvillo que queda ya que es perjudicial (de hecho explica que tiene que utilizar un delantal de cuero para protegerse).

Posteriormente ya raja la caña con un corte longitudinal mediante una incisión limpia y después se abre como un orificio rectangular que convertirá esa parte en caja de resonancia. La mayor parte de su tiempo se dedica a elaborar estos artículos tradicionales, aunque también va innovando porque señala que antes la castañeta solo tenía un orificio o dos y él comenta que ha llegado a confeccionarlas hasta de cuatro y explica que cuanto más largo es este instrumentos, el sonido que emite es más suave. Alfonso habla con pasión de su afición, un trabajo totalmente artesanal desde el principio al final y que comenta que siempre llama mucho la atención en las ferias a las que acude. Como anécdota explica que en Yeste, en solo dos días y medio pasaron por la feria más de 15.000 personas, muchas de las cuales pudieron verle mientras trabajaba la caña, y resalta con orgullo cómo se agolpaba la gente mientras realizaba su taller. De hecho, comenta que un padre le pidió una chicharra para su hijo y cuando le pagó, le dio casi el doble del precio fijado, asegurándole además que le hubiera pagado aún más. Alfonso dice que seguirá dedicando su tiempo libre a esta afición, mientras el cuerpo aguante, pues le gusta y le relaja.

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