BARBARA & REY. ( Artículo de opinión de José Munuera Lidón)
Me pregunto, qué se puede esperar de un país plagado de traidores, en el que las televisiones amamantan poblaciones adictas y envidiosas de quienes se hace ricos sin trabajar. Hoy, es el hijo de nuestra Marita quien la traiciona, ayer fue Bárbara quien traicionó a Juan Carlos, al tiempo que aquel traicionaba a su esposa y a la propia España, cuando siendo príncipe, regaló una provincia española a Marruecos o cuando aceptó las comisiones del petróleo que el rey de Arabia le propinaba, amañadas por el fundador del Club Bilderberg, el Dr. Kissinger, verdadero muñidor de la famosa Transición Española. Aquella que desnudó al PSOE cuando le vimos traicionar a los españoles con aquel infame referéndum para no sacarnos de la OTAN.
Todo el mundo sabe, que un pez tiene más memoria que todos los españoles juntos y consciente de ello, Pedro Sánchez constantemente traiciona a sus votantes incumpliendo todo lo que promete, incluso traiciona a su esposa y hermano, esos a los que tanto ama, convirtiéndolos en carne de juzgado para materializar ese enriquecimiento ilícito que de facto, la justicia le está investigando al “puto amo”.
Tampoco, algún que otro político renuncia a traicionar la verdad, cuando acusa a otros de “complicidad” en delitos, a sabiendas de que en modo alguno los han inducido.
También nos hemos acostumbrado, a que emisoras de radio y televisión atornillen en sus tertulias a traidores mediocres, mostrando así una pluralidad aparente. Incluso las universidades, traicionan su finalidad investigadora y algunos de sus catedráticos en lugar de conocimiento, imparten adoctrinamiento, apoyándose en investigaciones cuyas conclusiones no distinguen entre arqueología e ideología, traicionando de ese modo al verdadero espíritu investigador.
Incluso hay asalariados que traicionan a la empresa que les procura un sueldo, incumpliendo con sus obligaciones laborales durante los horarios establecidos y alardeando de ello con sus compañeros de trabajo.
Me vienen a la cabeza unos técnicos de medio ambiente, que aplicando una ley que no está vigente, también traicionaron la legalidad y suspendieron la Subida a La Santa. O aquellos que, traicionando la finalidad última de nuestros impuestos, van a regalar a los totaneros un magno terraplén ferroviario.
Hasta algún que otro peluquero traiciona a sus parroquianos con cortes de pelo trasquilados, mientras siempre habrá quien no tenga recato para retratarse tomándoselas, con quien lleva la traición grabada en la cáscara de sus neuronas.
Por no citar también eso que tantos políticos corruptos, pretendiendo denostar llaman pseudo-medios, para describir a quienes con todo merecimiento ejercen la libertad de expresión, aunque también alguno de ellos cultive la traición a sus seguidores, alardeando de diversidad sin practicarla.
Sin duda, la traición es una constante en los pobladores de esta península Hispana desde los tiempos de Viriato, hasta un movimiento cultural al que pertenecí colapsó por la traición de quienes, desde dentro, lo dinamitaron tras la muerte de su fundador.
Pero, si hay algo molesto para cualquier traidor, es lo que le está pasando hoy a Barbara, al rey emérito y a otros traidores que antes o después lo sufrirán:
Que les metan el dedo por ese firmamento estrellado del orto anal, que a casi nadie le huele bien, pero los traidores siempre llevarán manchado.
José Munuera Lidón