Este problema, lejos de ser nuevo, se intensifica con la llegada del periodo estival, cuando la demanda de servicios médicos se dispara y el personal disponible es insuficiente para cubrir las necesidades de la población. La situación es insostenible y requiere una intervención inmediata y decidida por parte del gobierno.
Recientemente, mi familia y yo vivimos una experiencia que jamás olvidaré. Mi mujer, tras dar a luz, sufrió un sangrado inesperado y tuvimos que acudir de urgencia al hospital. Lo que debería haber sido una atención inmediata y prioritaria se convirtió en una espera angustiosa de más de tres horas en la calle, con un bebé recién nacido y mi mujer en una situación crítica. Esta experiencia no solo fue traumática, sino que también puso en riesgo la vida de mi esposa y nuestro hijo. La impotencia y la desesperación que sentimos en esos momentos son indescriptibles.
Esa misma noche, los paritorios y el área de ginecología se encontraban saturados. Junto a nosotros, también se encontraba una mujer embarazada de 7 meses con sangrado, la cual esperó durante horas para ser atendida.
La situación del Hospital Rafael Méndez es un reflejo de la pésima gestión y la absoluta falta de prioridad que el gobierno ha dado a la sanidad y a la seguridad de los ciudadanos. La falta de inversión en atención primaria ha llevado al incremento de las listas de espera, el aumento de visitas a urgencias y la masificación de las consultas de los médicos de familia. Este colapso no es más que un profundo fallo en el sistema sanitario que requiere una solución urgente y decidida.
El hospital, inaugurado en 1990, ya nació con una capacidad limitada para la población que atendía en sus inicios. Hoy, con una población que supera los doscientos mil habitantes, sigue operando con menos de 300 camas. La falta de ampliación y la insuficiencia de personal sanitario son problemas que no se pueden ignorar. Es necesario aumentar las camas disponibles y contratar más personal para garantizar una atención adecuada y oportuna a todos los pacientes.
La gestión del gobierno ha demostrado ser ineficaz al no saber darle prioridad a la sanidad. La falta de planes de contingencia para reforzar las plantillas durante el verano y la ausencia de inversión en infraestructuras hospitalarias son claros ejemplos de esta negligencia. La salud y la seguridad de los ciudadanos deben ser una prioridad, y es responsabilidad del gobierno garantizar que los hospitales estén equipados y preparados para atender a todos los pacientes, especialmente en situaciones de emergencia.
La situación que vivimos mi familia y yo no es un caso aislado. Son muchas las personas que se ven obligadas a esperar horas interminables para recibir atención médica, poniendo en riesgo su salud y su vida. Es inaceptable que en pleno siglo XXI tengamos que enfrentarnos a estas situaciones debido a la incompetencia y la falta de previsión de nuestros gobernantes.
A pesar de todo, quiero destacar que el trabajo de todo el personal médico y de enfermería es intachable. Solo tengo palabras de agradecimiento por su labor incansable y su dedicación en circunstancias tan adversas. Su profesionalismo y humanidad son un rayo de esperanza en medio de esta crisis.
En conclusión, el colapso del Hospital Rafael Méndez es una llamada de atención urgente. Es imperativo que el gobierno tome medidas inmediatas para mejorar la infraestructura sanitaria y garantizar que haya suficiente personal médico disponible en todo momento. La vida de los ciudadanos no puede seguir dependiendo de un sistema sanitario colapsado y mal gestionado. Es hora de que la sanidad y la seguridad sean tratadas con la seriedad y la prioridad que merecen. No podemos permitir que más familias pasen por lo que nosotros vivimos. Es momento de exigir un cambio real y efectivo.
Artículo de opinión: Pedro Sánchez Martínez