Marina Valero Rodríguez: aikidoka desde la cuna. Se ha convertido en la primera totanera en obtener el cinturón negro de este arte marcial.

Marina Valero Rodríguez: aikidoka desde la cuna. Se ha convertido en la primera totanera en obtener el cinturón negro de este arte marcial.
Marina Valero Rodríguez: aikidoka desde la cuna. Se ha convertido en la primera totanera en obtener el cinturón negro de este arte marcial.
Marina Valero Rodríguez: aikidoka desde la cuna. Se ha convertido en la primera totanera en obtener el cinturón negro de este arte marcial.

Trás pasar con nota el examen de la Federacion Española de Judo y Disciplinas asociadas.

Marina Valero Rodríguez se ha convertido en la primera totanera en obtener el cinturón negro de Aikido. Esta joven de 20 años lleva este arte marcial en la sangre, no en vano es hija de José Valero Molino, Medalla de San Jorge 2019 del Concilio de Maestros de las Artes Marciales de España.

Marina nació el 6 de enero de 2023 y desde pequeña se ha movido en el ambiente de las artes marciales. Su padre tenía en casa un gimnasio y un dojo, sala para la práctica de artes marciales, de manera que se puede decir que aprendió a caer y levantarse antes que  andar. 

El tatami era su salón de juegos y jugando, su padre fue metiéndole en vena el gusanillo de las artes marciales.
Con solo dos años ya vestía su aikido-GI, el kimono de este arte marcial, y acudía a las clases de adultos con su progenitor, ya que no había todavía clases infantiles.

En la temporada 2009-2010, su padre decide comenzar a impartir clases infantiles, para que así Marina tuviera la oportunidad de practicar también con otros niños de su edad, además de seguir asistiendo de vez en cuando a las clases de adultos.

En 2013 pasó el examen de cinto azul y Hakama, simbólica y característica prenda que distingue a los aikidokas y que tiene un gran significado moral, y es la antesala del famoso cinturón negro. Las personas que visten este atuendo tienen la obligación de hacerlo con respeto, honor, lealtad, camaradería ycompromiso con la disciplina.


La formación aikidoka de Marina ha sido progresiva, de manera que ha ido asimilando tanto la parte técnica como la moral de esta disciplina de manera paulatina, viendo el ejemplo de los veteranos del Dojo y por supuesto de su padre y maestro.

El año de la pandemia comenzó a ejercer como instructora en las clases que impartía Jesús González, instructor del grupo infantil.
Posteriormente siguió ejerciendo como asistente, pero ya de manera más formal, como parte de su formación como instructora.
Como ella misma comenta, en la práctica del Aikido encuentra “una manera de desconectar del día a día y un crecimiento a nivel personal al enseñar a nuevas generaciones este arte marcial”. De hecho, sus metas en el mundo del Aikido dice que son “enseñar a los niños esta disciplina de manera lúdica y a través de juegos para que no sea monótono y crecer deportiva y personalmente”.

Marina ha cursado segundo de Trabajo Social y compagina la universidad con las clases a niños y asistencia a la de adultos, sin olvidar combinar su actividad deportiva con la vida social ya que como a cualquier chica de su edad le gusta salir con sus amigos, en especial con Yolanda, su amiga del alma desde la infancia y a la que considera una hermana.

Marina siente también pasión por la Semana Santa y es samaritana desde antes de nacer. De hecho, con 4 meses ya vistió su túnica de nazarena con los colores de la Hermandad de Jesús y La Samaritana.

El pasado 1 de julio Marina dio un paso más en su trayectoria aikidoka. Ese día pasó con nota el examen de cinturón negro primer dan por la Federación Española de Judo y Disciplinas asociadas (FEJYDA) en San Pedro del Pinatar, siendo la única mujer de la convocatoria y además la primera totanera en obtener el cinturón negro de aikido. La consecución de éste supone para ella “haber conseguido un objetivo personal y ver una recompensa al esfuerzo realizado durante estos años”. Todo un orgullo y un signo de lo mucho que le queda por lograr en este arte marcial.