Me.N.As (Artículo de José Munuera Lidón)

“Menores no acompañados”, ese eufemismo con el que se describe la realidad que nuestras autoridades ocultan, bajo una manta de falsa solidaridad de la que nuestros gobernantes presumen, con la cara dura de quien paga copas con dinero que no es suyo.
Y digo falsa porque la solidaridad no es potestad del estado, solo puede ser individual, jamás estatal, solidario solo es quien comparte lo que tiene. Los recursos que el estado usa para presumir de solidario no son propiedad de sus gobernantes sino de quienes pagamos los impuestos que se derrochan.
No conozco a nadie honrado que presuma de ser solidario, la verdadera solidaridad es anónima y discreta, presumir de solidario es propio de sinvergüenzas y cuando lo hace un político es claro indicio de su propensión a la corrupción.
Apropiarse de la solidaridad de todos los españoles y de nuestros impuestos para malversarla y presumir de ella como hace Pedro Sánchez de manera perversa, ejerciéndola con personas que huyen de países africanos donde gobiernos corruptos como el de Marruecos gastan su dinero en armamento y mantiene desde 1975 una guerra encubierta ocupando ilegalmente el Sahara Español, favoreciendo la colonización del territorio y desplazando a la población autóctona, por no recordar cuando recientemente se produjo un gran terremoto en ese país y muchas victimas fueron abandonadas a su suerte, al tiempo sus gobernantes viven como sultanes, con la paradoja de que negocios ilegales como el tráfico de drogas o el tráfico de personas crecen o decrecen a capricho.
La misión de un estado no es ser solidario sino cumplir las leyes y en España nuestros gobernantes confunden deliberadamente las misiones del estado, olvidando la principal: Proteger a sus ciudadanos. Se está incurriendo en un engaño colectivo al que de manera hipócrita se apuntan medios de comunicación corrompidos por esas subvenciones estatales, en forma de publicidad institucional que les nubla la vista cuando procede discrepar o denunciar las mentiras del gobierno, mientras se convierten en el acomodado eco de políticos que como no tienen a donde ir a trabajar fuera de la política se apoltronan en mensajes buenistas que dan asco:
“ Tenemos el corazón asin de ancho” Juanma Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía o Manuela Carmena “ Son niños inocentes indefensos”
El susto que se ha llevado más de uno ha hecho saltar de sus asientos a la patulea de mediocres y sinvergüenzas que gobierna España, poniendo en cuestión precisamente a quienes muestran algo muy raro: Coherencia frente a los compromisos políticos adquiridos con sus votantes.
España tiene muchos problemas, pero sin duda, quien diga que la inmigración ilegal que nos asola no es uno de los más graves o que un niño menor de edad donde mejor esta es con su familia y no “acogido por el estado” para que cuando deje de ser menor no solo no lo acoja nadie, sino que además pulule sin control alguno. La realidad es que personas vagando por nuestras calles tiene una clara traslación a la ocupación de viviendas, la delincuencia y la violencia sexual por mucho le pese a algunos.
Y lo más preocupante, el cambio social que se avecina con la islamización de nuestra sociedad. O alguien va a negar que este “progresismo” exacerbado nos conduce a la regresión, especialmente en lo tocante a la libertad que las mujeres, claramente mermada por una cultura que las subyuga al hombre y cuya silenciosa progresión se extiende por nuestra piel de toro como una gota de aceite lo hace en el agua. Mientras tanto Pedro Sánchez está muy contento observando cómo en las tertulias y telediarios se critica con profusión la coherencia de Vox y no esa aparente trama corrupta que sin olvidar la presunción de inocencia, él mismo ha tejido para robar a capazos, utilizando esposa, hermano y demás familia para tal fin, como es posible que puedan demostrar los jueces. Sin olvidarnos de socios y socialistas como Koldos, Abalos o colaboradores como Francinas, Garcias Ortizes y Pumpidos, avalados por esa organización cuyos votantes presumen de ceguera, conducidos como rebaño al grito de: “Que viene el lobo”.
José Munuera Lidón