Pedro González Andreo. Ha recibido la insignia de plata de la Real Federación Española de Automovilismo por sus 25 años como jefe de seguridad

Pedro González Andreo.  Ha recibido la insignia de plata de la Real Federación Española de Automovilismo por sus 25 años como jefe de seguridad
Pedro González Andreo.  Ha recibido la insignia de plata de la Real Federación Española de Automovilismo por sus 25 años como jefe de seguridad
Pedro González Andreo.  Ha recibido la insignia de plata de la Real Federación Española de Automovilismo por sus 25 años como jefe de seguridad

Pasión por el automovilismo.

Si hablamos de Pedro González Andreo quizás no demasiadas personas en Totana sepan a quién nos referimos. Pero si decimos que es Pedro Cañavate y hablamos de automovilismo, en seguida ya son muchas las que le ponen rostro a este apasionado del automovilismo.
Pedro acaba de recibir un reconocimiento a su trayectoria en este mundo. En el transcurso del XXX Seminario de Voluntarios y Oficiales de la Real Federación Española de Automovilismo (RFEDA), celebrada en Toledo a finales de febrero, recibió la insignia de plata Pedro estudió en el colegio Santa Eulalia de Totana y posteriormente, ya en clases para adultos, se formó en FPII en Fontanería.
Tras ejercer como fontanero durante muchos años y montar su propia empresa de fontanería, gas y calefacción, hace doce años la crisis económica le hizo replantearse su situación laboral y entró a trabajar en seguridad privada.
Las aficiones de Pedro siempre han estado ligadas al deporte, en especial al fútbol y al automovilismo. En el deporte rey fue jugador en numerosos equipos de la Región de Murcia, desde el Olímpico de Totana hasta el Bala Azul o el Sangonera por citar otros. En ellos dio lo mejor de sí como portero.
Y su otra gran afición deportiva, que sigue cultivando, es el automovilismo, una pasión que recuerda que arrancó en 1988 ligada a la prueba de la Subida a la Santa. Señala que le gustaba tanto cuando la veía que deseaba ayudar de una manera más activa. Así, comenzó por realizar el examen pertinente para participar posicionándose con la bandera en un punto del recorrido y poco a poco, cada dos años, realizaba nuevos exámenes para ir aumentando su nivel de implicación y responsabilidad en la prueba hasta alcanzar la última licencia
de la RFEDA, la que le permite ejercer como jefe de seguridad.
Desde hace 25 años desempeña este cargo no solo en la Subida a la Santa, sino también en otras citas automovilísticas en Córdoba, Galicia, Asturias, Cádiz…
Como jefe de seguridad, la misión de Pedro es ser el responsable de toda la seguridad de la prueba, con el fin de comprobar que todas las exigencias en este ámbito se cumplen, que todas las banderas están en su sitio, todo el mundo lleva la uniformidad, que las fuerzas de seguridad están en los puntos asignados… y realiza una ruta antes del inicio de la cita deportiva para comprobar que todo está correcto para comenzar.
Ejercer como jefe de seguridad de unas ocho pruebas al año distribuidas por todo el territorio nacional le ha hecho recorrer toda España. El mejor momento, señala, es cuando acaba la prueba sin grandes incidentes.
En este sentido, recuerda que a lo largo de todos estos años ha tenido de todo y reconoce que cuando se ha producido algún accidente se pasa mal, pues es una responsabilidad muy grande ser el jefe de seguridad, pero lo importante es que si hay algún contratiempo todo funcione de manera coordinada para poder atenderlo y dar la respuesta más eficiente: seguridad, equipos sanitarios…

Su hijo, de 27 años, es también un gran aficionado del automovilismo e incluso compite como piloto desde hace casi una década. De hecho, Pedro reconoce que cuando además de jefe de seguridad tiene a su hijo entre los participantes, es cuando peor lo pasa por la doble preocupación.
No es de extrañar que esta pasión por el automovilismo se la contagiara a su hijo, no en
vano le acompañaba a todas las carreras desde que tenía 6 años y ahora participa como piloto con su Renault 5, aunque lo hace más por pasarlo bien que por competir y disfrutar al mando del volante, pues solo toma parte en dos o tres carreras del calendario regional.
Lo mejor de todos estos años es que le ha permitido conocer diferentes lugares de España y a muchas personas que forman parte del engranaje de las carreras, y a las que define como “una gran familia”.

Si se tiene que quedar con una prueba en particular, aunque reconoce que es difícil, habla de la que se celebra cada año en el municipio gaditano de Ubrique, por el recorrido pero sobre todo por la gente y el ambiente que la rodea, y en segundo lugar cita la de Galicia, porque es muy diferente a por ejemplo la de Totana. Y por el trazado, nombra las de Asturias, la de Santa Eulalia y Fito, ésta última del Campeonato de Europa.
Lo que sí quiere agradecer es a su empresa BASBE, dedicada a Seguridad, el que nunca le haya puesto el más mínimo impedimento para coger días de vacaciones coincidiendo con las pruebas a las que tenía que acudir, facilitando y posibilitando así su participación en las mismas.
Tras el parón por el COVID en 2020, el año pasado volvió a ejercer como jefe de seguridad de la Subida a la Santa. Este 2022, sin embargo, ha decidido tomarse un año sabático y acudir a pruebas automovilísticas pero solo como espectador: “Solo voy a trabajar en la de Ubrique porque me han comprometido, pero después ya voy a descansar este año y quiero ir a las pruebas como un aficionado más, a disfrutarlas sin la responsabilidad que supone ser el jefe de seguridad”.
Además del automovilismo, la otra gran pasión de Pedro es la Semana Santa y en particular la música, no en vano forma parte de la banda de cornetas y tambores de la Hermandad de Santa María Cleofé desde hace 37 años. Su vinculación con la Semana Santa comenzó en
realidad en la banda del Calvario, en la que entró cuando era sólo un niño de unos 12 años. Tras permanecer allí cuatro años, junto a otros amigos decidieron pasar a la de la Cleofé, de la que ha formando parte ya ininterrumpidamente desde entonces.
A decir verdad, solo ha faltado un año, en 2019, por tema laboral. Tal dedicación fue reconocida por su hermandad precisamente en 2018, cuando le entregó un reconocimiento como músico de honor.
En la banda, es fácil identificarlo, y no solo por su altura que le hace destacar entre la masa de camisas azules, sino porque toca el bombo. De la Semana Santa le gusta todo, pero si se tiene que quedar con un momento, se refiere al Jueves Santo por la mañana: “Una mañana de sol, llegando a la plaza, es un momento muy especial”, rememora.
Y además, señala que le gusta la relación especial que hay entre hermandades en la actualidad: “Antes había más piques por ejemplo entre bandas, pero ahora hay una total armonía, y de hecho, incluso ha habido casos en que músicos de una banda han ido a tocar en otra para ayudarles si han tenido bajas”, explica.
A pesar de lo mucho que le gusta la Semana Santa y la música nazarena, éste puede que sea su último año en la banda, pues dice que quizás sea hora de retirarse y dar paso a gente joven: “Llevo toda mi vida tocando en la banda y llega el momento de hacerse a un lado y vivir la Semana Santa como un nazareno más, con mi túnica…”.
Eso sí, lo que ya ha hecho, es dejar su legado, pues de nuevo ha transmitido a su hijo esa pasión por la banda de la Hermandad de Santa María Cleofé, de la que también forma parte.
Pues merecido tiene Pedro descansar en sus dos mayores aficiones, en las que cuando se ha implicado, siempre lo ha hecho al cien por cien.