TOTANEROS EN ORÁN. (Por María Dolores Rodríguez)

Una travesía de ida y vuelta de los españoles que se instalaron en Argelia a lo largo del siglo XIX y principios del XX y que debieron exiliarse en 1962 tras la independencia de Argelia, en una diáspora hacia Francia y España, principalmente.
A lo largo de ese extenso viaje de doble sentido entre diferentes orillas del Mediterráneo, se han producido intercambios culturales, mestizajes, circulaciones…
Los europeos en Argelia son desde 1962 “Los Pieds-noirs”, franceses del Norte de África que buscan su identidad tras el doloroso éxodo. Algunos se instalaron en Alicante y otros regresaron a sus lugares de origen.
Muchos sienten que la palabra “Pieds-noirs” tiene un matiz de desdén, pero han hecho de ella un punto de encuentro, un emblema, una bandera. Aunque exiliados, se sienten herederos de un pueblo generoso.
Pierre Martínez García, hijo de Pedro Martínez Guarinos, forma parte de esa tercera generación de totaneros nacidos en Orán (Argelia). Donde sus abuelos emigraron en 1912, como otros españoles y europeos en diferentes épocas y circunstancias. Cruzaron el Mediterráneo para buscar en la otra orilla mejores condiciones de vida en Argelia debido a su cercanía con la península.
Existía desde siglos contactos comerciales, migratorios, militares. Orán fue de dominio español más de 300 años.
Pierre nos relata que su infancia y juventud transcurrió feliz en Orán junto a su familia: padres, hermanos, tíos y primos y formaban parte de la gran colonia española, especialmente, alicantinos, murcianos y andaluces.
Hasta 1954 con el estallido de la guerra de la Independencia argelina de su metrópoli francesa todo se complicó. Al terminar la contienda y ante la victoria de Argelia, hay un éxodo masivo de europeos hacia Francia y España. Saldrían más de 1.000.000 de refugiados. Entre ellos se encontraba Pierre, joven de 22 años y su mujer embarazada.
De forma apresurada embarcan hacia las costas de Francia, son de nacionalidad francesa, y tienen unos tíos en Grenoble donde buscar apoyo y refugio.
Relata Pierre cómo vivió esa diáspora llena de incertidumbre ante la urgencia del viaje dejando atrás cuánto tenían. Prepara una maleta para aquella azarosa e incierta travesía. Sonríe con un halo de añoranza y nostalgia por dejar la tierra que le vio nacer, Orán.
En esos trepidantes momentos decide echar como único equipaje, su equipo de buceo.
Tiene en su pensamiento que al llegar a las costas de Francia podrá pescar y alimentarse su mujer y él.
Estos testimonios contados en primera persona por este francés nacido en Orán y de ascendencia totanera es una valiosa página de historia de las muchas que se viven a lo largo de nuestra azarosa vida. Merecen un honor, un recuerdo y un reconocimiento a estos hombres y mujeres emigrantes que por motivos diferentes buscaron en la otra orilla unas mejores condiciones de vida.
En ese viaje de ida y vuelta nunca olvidaron su tierra de origen, Totana. Habían visitado desde siempre el pueblo y a su familia hasta que al llegar su jubilación Pierre y su esposa Irene Maurazn Campomizzi, se instalan definitivamente en su casa de Totana, donde residen felizmente rodeados de tantos y tantos recuerdos.
María Dolores Rodríguez