Totana, reflejada en una joven deslumbrada ante la imagen de santa Eulalia. (Por Juan Cánovas Mulero)

Totana, reflejada en una joven deslumbrada ante la imagen de santa Eulalia. (Por Juan Cánovas Mulero)
Totana, reflejada en una joven deslumbrada ante la imagen de santa Eulalia. (Por Juan Cánovas Mulero)
Totana, reflejada en una joven deslumbrada ante la imagen de santa Eulalia. (Por Juan Cánovas Mulero)

El pintor cartagenero Enrique Gabriel Navarro ilustraba la portada de la revista fiestas de la Santa 1953 con una escena que forma parte de la identidad de nuestra tierra. Una joven, ataviada con el traje típico que asemeja al tradicional de la localidad, se muestra fascinada por el rostro de santa Eulalia, reflejo del sentir que Totana encuentra en su patrona, referente de fortaleza, seguridad y esperanza.

Esta publicación forma parte del proyecto que entre los años 1947 y 1975, con varias lagunas en ese tramo cronológico, alentó la vida cultural del municipio. A través de este valioso legado, al que debemos gratitud y reconocimiento, es posible conocer el latir de una población que se abre a nuevos horizontes, que busca mejorar sus condiciones de vida e infraestructuras, a la vez que recoge importantes acontecimientos, emociones y vivencias de sus vecinos que encuentran en la devoción a su patrona, santa Eulalia de Mérida, como también en el encuadre serrano de su santuario, principales vínculos de cohesión social, de certidumbre y de fe.

La revista comenzaba su andadura dirigida y coordinada por el presbítero Andrés Martínez Ballester, responsabilidad que asumió a lo largo de varios años..
El artículo firmado por el entonces alcalde, Antonio Molina Mellado recoge una serie de
logros encaminados a mejorar las condiciones de vida del vecindario. El mayordomo
del Santuario, el juez Julián Cánovas, presentaba las necesidades de ese querido enclave, orientando las actuaciones a partir de un proyecto de obras diseñado por el arquitecto municipal Eugenio Gutiérrez Santos, mediante el cual se aspiraba a que las actuaciones a
llevar a cabo «tuviesen la necesaria garantía, uniformidad y la correspondencia de estilo
debida».

En él se ofrece el estado de cada una de las edificaciones del conjunto y las intervenciones que precisaban, valorando estos trabajos en dos millones ciento sesenta y cinco mil pesetas, una cantidad que rebasaba «las posibilidades económicas del Santuario». Ante esa realidad se planteaba atender las reparaciones y modificaciones en los inmuebles existentes, dejando las grandes actuaciones en suspenso, para apostar por «la construcción de grupos de hotelitos en el monte, con discreta separación entre ellos».

El año 1953 fue aquel en el que se hizo posible que Totana pudiese disfrutar del agua potable en fuentes públicas y en viviendas particulares. A pesar de que las obras no habían
sido todavía inauguradas ya se aprovechaba de este servicio gracias a la instalación de varias fuentes públicas en los barrios de la población. En junio de ese año, coincidiendo con
la celebración de las festividades del Corpus, en concreto con la del «Lunes de los Frailes»,
se procedía a la bendición de una fuente pública.

Un tiempo después, en el contexto de la festividad de la Asunción de la Virgen, se bendecía la fuente «emplazada en el sitio conocido por Las Parras, cerca del camino que conduce a La Santa».

Al acto, señala la prensa regional, «se sumó la totalidad del vecindario, satisfecho por la consecución de esta gran mejora». Un tiempo después, con motivo de las fiestas de septiembre, de las conocidas como «Feria de los Burros», que tenían lugar a mediados de ese mes, se bendijo la fuente ubicada en Raso Andreo, otro preciado regalo para los moradores de ese enclave y alrededores. Por otra parte, la revista de Fiestas de la Santa publica la imagen de otros de esos surtidores que, poco a poco, fueron ubicándoseen diversos puntos, como también ampliando el abastecimiento a numerosos domicilios.

De hecho, el primer edil, Molina Mellado, señalaba en esa misma publicación que se habían
construido e inaugurado «fuentes públicas en las calles de Piqueras, Parras, Peligros, Mellado, Plaza de Abastos, Plaza de Andreo, Plaza de las Flores y Plaza de la Maderera y un grifo en el Rulo y otro en el camino del Matadero».

Esta extensión en el suministro reclamaba una mayor cantidad de agua que la autorizada
inicialmente por la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, con lo que en junio de 1953
las autoridades municipales acordaban solicitar a esta entidad que aumentase los caudales a Totana.
La construcción del cuartel de la Guardia Civil. En 1953 las obras para la instalación de
esta institución nacional estaban muy adelantadas, con lo que se confiaba en poderlas
inaugurar en breve, con lo que se ofrecía un espacio de comodidad en el que desempeñar su tarea para este cuerpo de seguridad, a la vez que se facilitaba el alojamiento a los
miembros destinados en la plaza. Finalmente, el acto de bendición tuvo lugar en diciembre
de 1955, con motivo de la celebración de las fiestas de santa Eulalia.

Totana apuesta por la creación de nuevos barrios para dar cobertura a las necesidades de una población en crecimiento y acorde con los tiempos. En la década de 1950 se vislumbraban perspectivas de ampliación del casco histórico, buscando en las tierras denominadas de extramuros espacios en los que edificar viviendas para atender la creciente
demanda. La primera de estas actuaciones comenzaba su recorrido con la publicación
en septiembre de 1953 «de la subasta-concurso de las obras de treinta viviendas protegidas, del grupo denominado “Santa Eulalia”», con un presupuesto de contrata por importe
de poco más de un millón treinta mil pesetas.

Este grupo de viviendas, situadas a orilla de la carretera de Mazarrón, entre el colegio Santiago y el Desvío, fueron conocidas popularmente como «las casas baratas». Los trabajos
concluyeron en 1955, entregando las llaves a los vecinos el 10 de diciembre de ese año con
motivo de las fiestas patronales. Los terrenos fueron adquiridos por el Ayuntamiento y el
apoyo para la construcción corrió a cargo de la Obra Sindical del Hogar y del Arquitecto.
La creación de Instituto Laboral en Totana, una iniciativa de hondo calado y transcendencia. El sistema educativo superior estuvo tradicionalmente bajo la tutela de la iniciativa
particular y anterior a la Guerra Civil en el prestigioso Colegio San Buenaventura, regentado
por los padres Capuchinos.

El desarrollo poblacional, una nueva mentalidad de sus autoridades y de los vecinos, en general, reclamaban la necesidad de un centro educativo de
este nivel en el que los jóvenes de la localidad recibiesen la formación precisa de cara al futuro. Para ello, en el año 1953 el Ayuntamiento solicitó al Ministerio de Educación Nacional la creación de un Centro de Enseñanza Media y Profesional de modalidad Agrícola y Ganadera, ofreciendo las dependencias del antiguo colegio de los Padres Capuchinos y comprometiéndose a aportar «400 000 pesetas para la compra del edificio, otras 500 000 pesetas para los gastos de adaptación, más 74 000 pesetas anuales para material y profesorado».

Esta lucha dio sus frutos cuando el Ministerio de Educación por decreto de 4 de diciembre de ese año autorizaba esta petición. Un tiempo después se decidía su ubicación en el grupo escolar situado en la Avenida de Lorca, el conocido como número cuatro y que se había concluido en 1948. Tras las oportunas actuaciones las clases comenzaban el uno de octubre de 1954.

Juan Cánovas Mulero